Lo que estoy leyendo

Esta semana estoy leyendo “Antifragile” por Nassim Nicolas Taleb.

Es uno de esos libros que incomoda a mucha gente porque cuestiona muchos de los principios y fundamentos que forman parte de nuestra cosmovisión occidental.

Por ejemplo, dice que los principios Aristotélicos son dogma que debilita al ser humano, porque la vida esta llena de acontecimientos aleatorios que son los verdaderos maestros de la vida que dignifican el ser. Y que el tratar de encajonarnos con una moral preconcebida es contranatural.

Otro tema polémico que aborda tiene que ver con la formación Universitaria. Cita una serie de estudios que demuestran que las universidades no generan riqueza, sino que la riqueza genere universidades. Y que la verdadera escuela esta en calle, porque es ahi donde se aprende lo no lineal de la realidad, que genera la autentica sabiduría y la antifragilida que conduce a la riqueza.

Sin duda una lectura obligada para las personas que les interesa enriquecer su perspectiva, enfrentando muchas de la ideas preconcebidas de nuestra cosmovisión occidental.

Coleccionando a gente hermosa

Esta semana le toca el agradecimiento de mi colección de gente hermosa a mi querida tía Anna.

Te comparto la anecdota

Mi papá, que se nos adelantó en 1982, estaba distanciado de su mamá y por lo tanto nunca conocí a mi abuela paterna, ni tenía comunicación con su hermana y mis primos.

Un día en el 2012, recibo una llamada de un desconocido que quiere promover su producto en Mexico. Se presenta como mi pariente, casado con mi prima Laura que vive en San Francisco y que por cierto, acababan de estar en Buenos Aires, con mi tía Anna. iQué! Yo no sabía que tenía una prima Laura, ni que mi tía Anna aún vivía.

Le pido los datos, le hablo por teléfono y le pregunto si me permitiría ir a Buenos Aires a conocerla y a pasar unos días con ella. iQue si! Me subo en un avión y voy a B.A. a pasar con ella una de las semanas más mágicas de mi vida.

Descubro a mi tía Anna de 87 años, hermosa, vibrante, enterita. Estaba escribiendo su segunda novela. Hace mascaras lúdicas en papel maché. Ama leer y expandir sus horizontes y tiene un buen sentido del humor y agudeza intelectual. Una verdadera joya.

Me habla de su tiempo en Paris cuando conoce a Picasso. Y como de joven en Berlín, presencia la locura colectiva de la masa ante el discurso de Hitler.

Me explica como la familia huye de Europa a Argentina para evitar que mi papá y su hermano mayor sean obligados a participar en la absurda guerra. Y como mi abuela, que se conocía en Bueno Aires como la Princesa Kroupensky, iba a Puerto Madero a recibir a los refugiados rusos que llegaban al país. Se regía por un dicho frances “Noblesse Oblige” que significa que el formar parte de la nobleza, obliga a servir a los demás.

Me decía que siempre a la cabecera de la mesa, había el lugar previsto para recibir al peregrino. Wow.

Que regalo de la vida esa semana. Gracias mi querida tía Anna por tu luz, amor y generosidad.

La lucha diaria

Esta semana, la lucha diaria también corresponde a mi querida tía Anna. Falleció este 15 de septiembre 2023. Y la lucha no tiene que ver con su fallecimiento, sino, con el proceso de fallecer.

Resulta que hace unos 5 o 6 años la tía Anna empieza a perder progresivamente la memoria y la capacidad de ver por ella misma y hace 3 años deja de comer y su familia decide operarla y ponerle un botón gástrico para alimentarla.

Cuando deja de comer, yo abogo por que la dejen ir. Yo siento que ella ha decidido que su ciclo se ha cumplido y que es el momento para que su vela se apague.

Los compadezco. Me dicen, ¿Cómo voy a dejarla morir de hambre? Sí, la medicina moderna nos permite mantener viva a la gente, la pregunta es, ¿En qué momento es humanitario y en qué momento, sin darse cuenta, se transforma en acto de crueldad?

Durante los últimos 3 años la tía Anna se arranca en repetidas ocasiones el botón gástrico, implicando ser nuevamente hospitaliza para volvérselo a poner. Incluso, en una ocasión dicen en el hospital, que lo mejor era mantenerla amarrada para “que no se haga daño”. Gracias a Dios eso no sucedió. Pero implicó tener guardias en casa las 24 horas, cuidando de ella, porque se sabía que al menos descuido se lo volvería a arrancar.

Finalmente, hace un mes impera la piedad, se decide que la próxima vez que se lo arranca, no se le volviera a martirizar y se le auxiliará para poder transcurrir en paz y un dolor.

Cuando me avisan que “lamentablemente la tía Anna falleció”, yo respondo, “finalmente descansa”.

Y todo esto me trae a la siguiente reflexión, ¿cómo queremos cada uno de nosotros ser tratados al momento de que se nos aproxime la hora? Yo ya dejé asentado con mi abogado albacea, que si es el caso, cuando llegue mi hora me dejen ir, aunque la medicina moderna me pueda mantener aquí. ¿Y tú ya lo has reflexionado?

Bueno, con eso concluyo el relato de esta semana. Te mando un fuerte abrazo.