Hoy quiero hablar de porqué hay que reformar el capitalismo si queremos evitar una debacle económica, social y humana que será un verdadero perder-perder para todos.
Me acuerdo hace algunos años, cuando se predecía que nuestros hijos iban a ser la primera generación que iba a vivir menos bien que sus padres, se me hacia incomprensible, terrible e inhumano.
Formaba yo parte de una generación miope que disfrutaba del crecimiento económico post guerra que pensaba que la bonanza iba a continuar indefinidamente.
Pero un vistazo a la historia y a los fundamentales del surgimiento, apogeo y declive de las grandes potencias económicas a lo largo de los últimos 2000 años me ilustró.
Resulta que después del apogeo post guerra, donde se construye sobre la destrucción nueva riqueza, llegan las generaciones de «los juniors» que se vuelve demasiado cómodos por toda la riqueza acumulada por sus familias, y se vuelven derrochadores en lugar de productivos. Al igual, sienten que tienen privilegios especiales que los lleva a acaparar, lo cual va generando una brecha social cada vez más grande entre ricos y pobres que termina por encender movimientos populistas que los derrocan, quebrando al país y dando lugar al surgimiento de un nuevo orden mundial.
Este ciclo se ha ido repitiendo en todas las grandes economías desde los romanos y las dinastías chinas, hasta los rusos, los portugueses, los españoles, los holandeses y los ingleses. Y ahora todo apunta a que Estados Unidos ya entró en una etapa de declive, que si no reforma su esquema de capitalismo, seguirá la suerte de las grandes economías que la preceden.
Y si eso le puede pasar a Estados Unidos, ¿qué no le puede pasar a nuestro querido México?
El gran dilema que tenemos enfrente es que los capitalistas no saben compartir y los socialistas no saben repartir. Entonces, ¿Qué hacer?
La mejor solución, desde mi limitada óptica, está en manos de los empresarios. Nos toca a nosotros reformar nuestros estados de resultados añadiendo un nuevo renglón. Hay que generar riqueza para los inversionistas al mismo tiempo que ayudamos a la integración social y mejorar el nivel de vida de la población.
Esto requiere reformar nuestra visión y misión. Ya no se trata de simplemente vender mas productos a más gente por más dinero más rápidamente, sino de generar más riqueza que la que extraemos del sistema. Y para ello, hay que juntarnos para crear los fundamentos que den sustento, propósito y crecimiento a un nuevo tipo de capitalismo que incluya a la sociedad.
Si no lo hacemos nosotros, y se repite la historia de los ciclos económicos, políticos y sociales de los últimos 2000 años, puede llevar al país a un desenlace devastador.
Simplemente pensemos en los carismáticos líderes populistas del siglo pasado como Hitler, Mussolini, Lenin y Mao que tomaron el poder y encendieron el rencor de las masas resentidas, lo cual desencadenó la violencia, que lejos de añadir valor al país, lo llevó a la ruina.
Hoy, tanto Estados Unidos como México nos encontramos con una creciente división social provocada por una mala distribución de la riqueza. Y yo estoy convencido que la solución radica en fomentar la productividad. El ser humano cuando se siente útil florece y cuando se siente marginado enloquece.
Además, México se encuentra en una posición estratégica privilegiada para impulsar la economía y convertirse en un modelo de capitalismo reformado. Los Estados Unidos nos necesita, al igual que somos al puerta de entrada para otras naciones a Latinoamérica. Todo está dado, simplemente tenemos que creérnosla, unirnos y construir juntos un modelo incluyente.
En conclusión
Estamos ante el mejor y el peor momento de nuestra historia. Si hacemos las cosas bien y reformamos el capitalismo en nuestro país de algo que extrae el máximo de valor del sistema al detrimento de la mayoría, en un sistema económico, social y humano que crear riqueza para todos los involucrados, nos espera un gran futuro.
Por el otro lado, los macro indicadores apuntan a que ya nos encontramos inmersos en un sistema capitalista viciado que va en declive y que si no hacemos nada, podría terminar en una revolución.
¿Será o no será que la historia se repita? A mí no se me antoja quedarme con los brazos cruzados y esperar a ver que pasa.
La solución para un futuro brillante esta en nuestras manos. Manos a la obra.
Fuente de inspiración: Libro Ray Dalio “Por qué triunfan y fracasan los países”