Este blog fue inspirado por el diseñador del iPod, iPhone y Nest, Tony Fadell. Al leer en su nuevo libro” Build” la sección sobre “assholes”, me encantó la lucidez con la cual los describe y me recordó un incidente de mi vida que ayudó a ponerlo en contexto.

 

Los “assholes” son los ejecutivos nefastos que envenenan las estructuras corporativas, con sus grandes egos y tácticas perversas. Este blog tiene el objetivo de ayudarte a reconocerlos y darte algunas ideas de cómo lidiar con ellos.

 

Probablemente de todos los nefastos, el “político” es el más despreciable de todos. Estas son las personas que dominan el arte de la política corporativa, y que no hacen más que atribuirse el mérito del trabajo de los demás. Estos despreciables suelen ser extremadamente temerosos del riesgo y se centran exclusivamente en sobrevivir y derribar a los demás para llegar a la cima.

 

Ellos mismos no crean nada, están ausentes del trabajo real y de las decisiones difíciles, pero saltan felizmente para decir “te lo dije” cuando los proyectos de los demás tienen un contratiempo para despuésintentar intervenir y “arreglarlo”.

 

Es normal que en las grandes reuniones no hablen porque no quieren arriesgarse a parecer idiotas frente a sus jefes. En cambio, trabajan tras bambalinas socavando a todos los que no están en su equipo. Estos despreciables suelen rodearse de una coalición de otros despreciables que ven como su camino a la cima el participar en esta política nociva y destructiva. Siempre hay una persona a la que odian y conspiran contra ella, para apartarla a como dé lugar.

 

Otro despreciable es el controlador: Son los microgestores que sofocan sistemáticamente la creatividad y la alegría en sus equipos. No se puede razonar con ellos. Resienten cualquier buena idea que no provenga de ellos y se sienten amenazados por cualquier miembro de su equipo que sea más talentoso que ellos.

 

Nunca reconocen el trabajo de las personas, nunca elogian y a menudo se roban las buenas ideas de los demás.

 

A diferencia de los “políticos”, estos son los despreciables que dominan las grandes reuniones, que no te dejan hablar y se ponen a la defensiva y enojados si alguien critica sus ideas o sugiere alternativas. A veces estos despreciables son realmente buenos en lo que hacen, perfeccionan sus habilidades hasta el último detalle y las usan para derribar a todos a su alrededor.

 

Ahora, los despreciables pueden actuar de diferentes maneras:

 

Hay los agresivos que se desquician y gritan. Te miran con desprecio en una reunión y te menosprecian frente a tu jefe. Estos despreciables son fáciles de identificar.

 

Luego, están los pasivo-agresivos. Sonríen cuando no están de acuerdo. Actúan amigables y te dicen que sí. Y luego te apuñalan por la espalda, propagan rumores viciosos y tratan de perjudicarte paso a paso. Estos son por mucho, la variedad más peligrosa de “assholes”. No los ves venir hasta que sientes el cuchillo en la espalda.

 

¿Entonces qué hacer cuando te encuentras en medio de un entorno de políticos y microgestores, unos abiertamente agresivos y otros pasivo-agresivos?

 

Primero, no te enganches emocionalmente. Si te enganchas permites que esa energía te domine y pierdes objetividad.

 

Recuerda que lo que cuenta son los resultados positivos, la unidad del equipo y la construcción de una cultura trascendente. Entonces, abócate a construir y a hacer el mejor trabajo posible.

 

Recomendación: si te encuentras en medio de una agresión, procura utilizar el principio del Aikido, conocido como el arte marcial de la paz, que usa la misma fuerza agresiva del agresor para derrumbarlo.

 

Hay que recordar que todos estos nefastos están ocupados en destruir en lugar de construir y que a fin de cuentas, lo único que cuenta, lo único que trasciende, lo único que permanece, es lo productivo, lo constructivo y lo que añade más valor que el que extrae del sistema.

 

Ahora, si de plano te encuentras frente a una embestida política que no desiste, lo que te recomiendo es usar el principio de Aikido y escalarla. Esto te permitirá ver los auténticos valores de la institución y si es el lugar correcto para ti.

 

Yo me acuerdo que una vez, cuando entre a un nuevo trabajo, había una persona que sentía que mi entrada había desplazado a uno de su clan y decidió que me iba a destruir. Él era una persona política, pasiva-agresiva y tenaz. Gozaba de poder y prestigio en la institución y había organizado a todo su séquito para hacerme la vida imposible y donde fuese posible, desprestigiarme.

 

Yo nunca había estado en un ambiente así. Soy una persona bien intencionada. Sí, a veces cometí errores, a veces me enojaba y era injusto, pero siempre me dolió. Mas ahora que me encontraba inmerso en esta nueva dinámica, me costaba trabajo pensar que había gente que gozaba del hacerle daño a otras personas y me tomo unos meses aceptar que era así.

 

Una vez que me percaté de lo que estaba pasando, empecé a documentar todas las trastadas que estaban haciendo y cómo estaban desviando el bienestar y productividad de la empresa para favorecer a una vendetta personal. Fui con el Presidente de la corporación para invitarlo a observar lo que yo estaba viendo y a ayudarme a determinar si esto era verídico o simplemente mi imaginación.

 

Al cabo de unos meses, este “asshole” salió de la organización y poco a poco el ambiente laboral mejoró.

 

En la vida, como en el trabajo hay cosas que no son negociables. Siempre hay que partir de creer en los demás y en la bondad humana. Esto nos permite vivir ligeros, positivos y felices. Sin embargo, a veces la vida nos pone a personas perversas en el camino y entonces nos toca enfrentar la situación. Hay que ser valientes y nunca sacrificar nuestros valores. Son lo que permite que nos amemos a nosotros mismos y verdaderamente contribuir. Como digo una y otra vez, hay que asumir nuestra grandeza.

 

Adelante. Ten un gran día.