Hace poco escuché una estadística que me sorprendió. Decía que tenemos 10 veces más bacterias en el cuerpo que células. Pensé: ¿Es esto posible? y me puse a investigar. Y lo que encontré es una lección de vida que quiero compartir.

Cuando somos concebidos y nos encontramos en el vientre materno somos 100% células humanas. Pero en el momento que pasamos por el canal vaginal y salimos al mundo exterior nuestro cuerpo y en especial nuestro intestino se empieza a colonizar rápidamente de millones y millones de microorganismos que son básicos para nuestra salud, vitalidad y felicidad.

La ciencia de las bacterias humanas es muy nueva. Apenas se empezó a escribir el atlas del microbioma, en el año 2007. En este momento algunos expertos estiman que al cumplir tres años tú y yo ya no estamos compuesto de 100% de células humanas, sino que más bien la proporción es 10% células humano y 90% células súper pequeñas de todo tipo de microorganismos que en su gran mayoría son bacterias.

Esto sí que me dejó intrigado, porque yo había crecido con la idea de que las bacterias eran malas y que había que combatirlas diariamente con jabones antibacteriales y en casos extremos aniquilarlas con antibióticos. La teoría era que entre menos bacterias mejor.

Pues ahora resulta que no es así de tajante. Más del 95% de todas las bacterias en el mundo son inofensivas para los seres humanos y muchas son esenciales para nuestra salud. La guerra en contra de las bacterias se ha exagerado. Porque hasta las bacterias dañinas pueden ser buenas para nosotros cuando el sistema inmunológico las usa para su entrenamiento.

Con esto no quiero decir que no haya que utilizar antibióticos cuando realmente lo amerita. Pero hay que ser conscientes del daño que nos estamos haciendo cuando matamos indiscriminadamente a todos nuestros microorganismos.

Las bacterias regulan nuestra digestión y metabolismo, producen vitaminas, entrenan y fortalece a nuestro sistema inmunológico, producen antibióticos naturales, disminuyen el colesterol alto, modulan el envejecimiento e incluso determinan nuestro grupo sanguíneo.

Se ha encontrado que la falta de balance en nuestra flora intestinal, esto es en la cantidad y variedad de microorganismos que pueblan nuestro intestino, desequilibra nuestra digestión, provoca la obesidad, permite que se nos atasquen las arterias con colesterol, e incluso nos afecta emocionalmente, provocando en algunas personas depresión. Wow.

Es fascinante ver cómo un microbioma sano nos hace más fuertes, más positivos e incluso más humanos. Algunos dicen que el microbioma es en realidad nuestro segundo genoma.

Sin duda estamos ante una nueva ciencia que nos hace ver con claridad que la simbiosis entre nosotros y las otras criaturas, por pequeñas que sean, es vital.

Ha llegado el momento de entender que el uso indiscriminado de antibióticos nos está matando. O más bien está matando a todos los microorganismos en nuestro interior que nos mantienen vivos felices y sanos. Por lo tanto hay que busca hacer la paz con ellos y repoblar nuestro intestino con buenas bacterias.

Dentro de nuestro cuerpo, en nuestro sistema digestivo existe una selva extraordinaria poblada por las criaturas más fantásticas y fascinantes que apenas, apenas empezamos a conocer.

En conclusión. Hay que conocer y querer a nuestros pequeños huéspedes. Cuidarlos, mimarlos y alimentarlos bien y en respuesta ellos nos agradecerán con salud, vitalidad y felicidad. El microbioma humano es la próxima gran frontera del entendimiento de la vida y de la salud y todos debemos estudiarla y usarla a nuestro favor.