Lo que estoy leyendo

Actualmente, estoy inmerso en la biografía de Benjamin Franklin, un personaje que ayudó a escribir la historia de los Estados Unidos. Literalmente. Político, polímata, científico e inventor, considerado el primer ciudadano estadounidense, participó en la redacción de la Declaración de Independencia en 1776.

Además de ser un extraordinario escritor, posiblemente fue el diplomático más brillante que haya tenido la nación. Entre sus contribuciones sociales se encuentra la creación del modelo de alianzas público-privadas y la idea de que el éxito viene haciendo el bien. Como empresario, gracias a su talento editorial, creó la red de periódicos más importante de la unión americana y luego se convirtió en el primer Director General del Servicio Postal del país.

Como inventor, creó el pararrayos, convirtiéndose en una celebridad en las Cortes de Europa. Aunque no asistió a la universidad, fundó la Universidad de Pensilvania. Fue un ejemplo de la era de La Ilustración. Esta biografía, al igual que las de Daudna y Musk, fue escrita por Walter Isaacson. ¡Qué buen escritor! Te lo recomiendo.

 

Coleccionando a gente hermosa

Acabamos de celebrar el Día de los Muertos. Mientras convivía con mis queridos difuntos, pasé un rato muy agradable con mi queridísimo abuelo materno, McNeely DuBose. Sin duda, la vida nos regala personas que nos tocan en lo más profundo de nuestro ser. Para mí, mi abuelo fue una de esas personas. Fue mi amigo y mentor, que me educó a través de su ejemplo de hombre sabio, ecuánime y humano. Una persona que combinaba a la perfección la disciplina y la jovialidad.

Recuerdo que, a veces, para alegrar las reuniones familiares, tocaba el ukelele y cantaba canciones chistosas. Vio en mí un talento que yo desconocía. Recuerdo cuando, siendo muy joven, me regaló su libro de cabecera escrito por Dale Carnegie “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”. Me dijo: léelo, es importante. Y lo leí. Sin saberlo, él me lanzó a lo que se convertiría en la pasión de mi vida: entender al ser humano e impulsar su grandeza.

Profesionalmente, fue un brillante ingeniero. El segundo norteamericano al que le nombraron una montaña en Canadá debido a que concibió y construyó una revolucionaria planta hidroeléctrica dentro de ella. El primero fue el expresidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt.

Me encantaría que, cuando me toque aparecer en el altar del Día de Muertos, alguien me recuerde con el cariño, respeto y admiración que le tengo a mi querido Abuelo. Gracias, Daddy Mac, you’re awesome.

 

Mi lucha diaria

Como te he venido contando, estoy dedicándole seis meses a profundizar en el entendimiento, entrenamiento y el anclaje de mi mente y emociones. Y esta semana fue un hito. Resulta que tenía super bien concebido el concepto primario de supervivencia “pelear o huir”, pero nunca lo había experimentado realmente a consciencia. Esta semana tuve esa experiencia.

Pude estar consciente durante el acecho de las dos emociones. Experimenté cómo, ante una situación de fuerte carga emocional, primero se presentó el impulso a huir y, al no permitir esta opción, vi cómo viró el impulso a responder con agresión. El objetivo de este trabajo es desarrollar y fortalecer el músculo de la sabiduría. Porque sucumbir a uno u otro impulso simplemente embrutece. La respuesta correcta es la calma consciente que permite meter una cuña entre la emoción impulsiva y, desde una perspectiva más elevada, poder responder de manera constructiva a la situación.

Entonces, esta semana me celebro. Porque una cosa es comprender de forma intelectual y otra es entender de forma visceral.

Concluyo el relato de esta semana con una invitación. Párate frente al espejo, pon tu mano sobre el corazón y, mirándote a los ojos, repite tres veces la afirmación: “me quiero, me respeto y me apoyo”. Sonríe. Y celébrate porque eres sensacional.

Y siempre recuerda que yo te quiero, te respeto y te apoyo.

Ten un gran día.