Probablemente la característica más destacada del ser humano en relación a las otras criaturas es su capacidad de contar historias. Y de todas las historias que nos hemos contado, el cuento del dinero es sin duda el más sobresaliente.

Detengámonos un momento para pensar en ello. El dinero realmente no existe. Es un cuento que a lo largo de miles de años le hemos dado forma al punto en el cual hoy no lo cuestionamos. Y sin embargo, no es real. Es un cuento magistral que le ha dado forma a la interacción social.

Aquí la pregunta es, al igual que nos hemos envuelto en el cuento del dinero como base del fundamento social que ha llevado a una vorágine del egoísmo, ¿seremos capaces de reinventar otra historia de valor que sirva cómo el fundamento de la interacción humana y que conduzca hacia un desenlace más sustentable?

¡El momento de hacernos esa pregunta ha llegado! Porqué la tecnología que hemos creado va a transformar todos los supuestos sobre los cuales la sociedad se ha constituido, incluyendo la necesidad del dinero. 

Si analizamos los orígenes de la sociedad moderna, inicia con la creación de la sociedad agrícola que evoluciona a la sociedad industrial y a la institución de los sistemas económicos y comerciales que hoy conforman nuestra realidad. 

Todo derivó en la explotación de la tierra, la extracción y transformación de las materias primas y la creación de sistema económico regido bajo la premisa de escasez, donde cada persona necesitaba trabajar para ganar dinero que le permitiera adquirir los bienes y servicios escasos que requería para vivir.

En los años por venir los avances tecnológicos van a poner en tela de juicio el sentido de escasez sobre la cual la sociedad se fundamentó,  y con ello,  la necesidad de herramientas como el dinero y el empleo.

Hoy en el 2021, vivimos en una sociedad adicta a un producto no renovable y altamente contaminante, el petróleo. Lo usamos para generar energía, operar nuestras industrias, cultivar nuestros alimentos, mover nuestros autos y aviones, construir nuestros hogares, y fabricar la ropa que nos ponemos, al igual que los medicinas que consumimos. 

En un mundo de escasez, el oro negro parecía la panacea. Simplemente había que extraerlo y transformarlo, generando empleo, riqueza y desarrollo…

El problema es que esta adición nos está matando y tiene que parar.

¿Qué hacer?

Te invito a que me acompañes a un pequeño recorrido al año 2050 y más allá, dónde algunas de las megatendencias que hoy se vislumbran en el horizonte ya son realidad. Un mundo en el cual la tecnología ha permitido acabar con el sentido de escasez. Un mundo en el cual la energía, gracias al uso de insumos renovables como el sol, el aire, la marea, la energía nuclear, el hidrógeno y la fusión, brindan energía abundante, barata e inagotable. 

Por otro lado, está el reto de alimentar a 9 mil millones de seres humanos para mediados de siglo. Y sin duda, esa exigencia, bajo los métodos agrícolas y ganaderos que hoy usamos parece una gigantesca tarea que amenaza con consumir con toda la tierra y el agua disponible.

Sin embargo, no tiene que ser así.  Imaginémonos que gracias a la tecnología ya no se requiere someter a la tierra a los estragos de la agricultura y ganadería. Sino, que ahora las frutas, las verduras y la carne se producen a través procesos industriales dentro de la ciudad. 

Específicamente, las frutas y verduras se fabrican en granjas verticales, que  son unidades auto-contenidas que controlan las condiciones de luz, agua y nutrientes para el óptimo desarrollo de las plantas, brindando hasta mil veces más productividad por metro cuadrado que el campo, con mínimos estrago al medio ambiente. 

Al igual, estaremos fabricando carne mediante el cultivo de células que producen carne fresca y saludable, sin la necesidad del animal, liberando grandes  cantidades de tierra y agua, al mismo tiempo que se elimina metano de la atmósfera, fomentando la regeneración del medio ambiente. 

Hoy, el gran reto de estas industrias, que ya van súper avanzadas, es el costo de las grandes cantidades de energía que se requiere para operarlas, pero cuando esto ya no sea una limitante, el sentido de escasez desaparecería.

Y aquí surge la gran pregunta; cuando la tecnología que hemos creado nos esté brindando energía y alimento barato y abundante para todo el mundo, y ya no se requieran campesinos, obreros, contadores y vendedores, ¿qué pasará?, ¿Cómo cambiará eso la ecuación en un mundo que ya no se rige por el sentido de escasez?, ¿Qué le pasará a la necesidad de las bolsas y del mismo dinero? ¿Qué pasará con nuestro sentido de identidad? 

Desde un punto de vista sustentable, el liberar la tierra de las grandes extensiones dedicadas a la agricultura y de la ganadería, le dará tregua a la tierra permitiéndole regenerarse y recuperar su vitalidad.

Por otro lado, la inteligencia artificial permitirá que todas las labores repetitivas que se requieren para el funcionamiento de las instituciones sean realizadas por máquinas que son  infinitamente más eficientes y baratas que los seres humanos para ese tipo de labor.  

Y entonces ¿qué nos queda a los seres humanos para hacer cuando el trabajo deja de ser algo tan desagradable que hasta nos tienen que pagar para hacerlo?

Y es aquí donde viene la reinversión. La necesidad de inventar una nueva historia que contarnos que llegue a ser tan profunda como el mito del dinero. 

Y si me preguntas, esta historia tiene que ser una historia totalmente diferente. Una no basada en la escasez sino en la abundancia. Una fincada no en el lucro personal, sino en la sustentabilidad del entorno. Una donde el ser humano deja de ser el verdugo de la naturaleza y se convierte en su albacea.

Un mundo en el cual el trabajo no tiene que ver con acumular, sino en servir y a través del servicio encontrar la razón de ser, el desarrollo y la felicidad.

Sé que posiblemente me estés catalogando como un iluso soñador. Sin embargo, yo te pregunto, ¿este mundo que hemos creado, basado en el sentido de la escasez, el miedo y falta de respeto por la tierra, es un estado en el cual queremos vivir?, ¿Es sustentable?, ¿Produce felicidad? Si la respuesta es NO, entonces estamos obligados a reinventar un nuevo cuento que nos salve de nuestro propio engaño y empezar a fincar las bases para un futuro en el cual nos dará gusto vivir y heredar a los hijos de nuestros hijos.

¿Te parece?