Hoy quiero invitarte a entender la dinámica que se vive en una sesión de coaching, para comprender por qué los ejecutivos más exitosos tienen a alguien que les incita a crecer.

Una de las máximas que más me gusta es: “Uno no cambia hasta que el dolor de permanecer igual sea mayor que el dolor de cambiar”.

El rol de un coach ejecutivo es hacer preguntas poderosas que nos ayuden a darnos cuenta de nuestros puntos ciegos, a ver el alto costo que estamos pagando por ellos y a reconocer el inmenso potencial que existe para crecer al asumir nuestra grandeza. Se trata de provocar una catarsis que genere vulnerabilidad y conduzca a la reflexión y a la honestidad valiente.

Se empieza haciendo un diagnóstico a través de preguntas dolorosas que sacuden, despiertan y ofrecen una visión más clara de la realidad.

Por ejemplo, preguntar sobre decisiones pasadas que no hayan salido bien y cuál fue su impacto en el negocio. Esto sitúa a la persona en la realidad y la dispone a ver con mayor claridad su situación actual. Otro tipo de preguntas tienen que ver con decisiones que deberá tomar en el corto plazo y analizar qué tan preparada está para capitalizarlas. Hay todo tipo de implicaciones para que la decisiones prosperen, desde temas de infraestructura hasta estilo de liderazgo. Es importante visualizar cada uno de los diferentes aspectos del negocio para detectar dónde existe el mayor riesgo y, a su vez, la mayor oportunidad para crecer.

Por ejemplo, puede ser que el riesgo/oportunidad esté relacionado con la capacidad del líder para delegar. O puede ser algo relacionado con la falta de personal en puestos clave o un socio nocivo. Puede ser algo relacionado con sistemas, facturación o logística. Aquí el asunto es que, a través de preguntas incisivas, se logra extraer la información clave que ayuda al ejecutivo a definir cuál es el asunto más importante a resolver en el corto plazo.

Ahora, con esta visión más clara de amenazas y oportunidades, se le pide escoger una línea de acción que, si se resuelve, generará el mayor valor. Y para darle dientes, se invita a visualizarla desde diferentes ángulos.

Recuerda, la gente no cambia hasta que el dolor de permanecer igual es mayor al dolor de cambiar.

Entonces, para ayudar realmente al ejecutivo a ver y sentir las implicaciones de actuar o no actuar, se le hace una serie de preguntas poderosas que le permiten darse cuenta de la dimensión de la amenaza de no actuar y de la oportunidad a la mano.

Tomemos por ejemplo la variante del tiempo. Al ayudarle a cuantificar el tiempo que está invirtiendo debido a que este asunto no se ha atacado correctamente, se genera un primer toque de realidad. Y muchas veces no es simplemente su tiempo, sino el tiempo de diversas personas en la organización que está desperdiciando en labores improductivas o aún peor, contraproducentes. Y al ayudarle a pensar en lo que se podría lograr si contara con ese tiempo, muchas veces se llega a un momento de lucidez.

Otro toque de realidad es la dimensión económica de la oportunidad. Calcular el costo que está implicando este problema y después la utilidad que se podría lograr al resolverlo. Ahora sí, empieza a verse la urgencia y crece el deseo de resolverlo. Y finalmente, cuando a esto se le añade la dimensión emocional, del desgaste del ejecutivo, la merma a la cultura en la organización y cómo todo esto muchas veces llega hasta el hogar, se incita a la acción.

Bueno, esto te da una probadita de lo que se ve en una sesión de coaching a la que se someten los ejecutivos más exitosos del mundo para enfocar su mente y emoción.

Te invito a ti también a someterte a ser guiado a través de un coach que te haga preguntas poderosas que te saquen de tu zona de confort y pongan en perspectiva dónde estás. Si lo haces, verás cómo creces al doble, al ser un líder visionario que tomará control de su vida, destino y productividad.

¡Ten un gran día!