La diferencia entre un gran vendedor y un vendedor mediocre es su capacidad de darle un sentido positivo al rechazo y recuperarse rápidamente del sentimiento del fracaso.

Hoy, me gustaría enseñarte cómo hacerlo.

Imagínate que llevas tiempo tratando de cerrar una venta y te informan que le dieron el contrato a otra persona.

¿Cómo reaccionas?

¿Te enojas? ¿te culpabilizas? ¿o a la mejor buscas distraerte para evadir la realidad?

Todas estas respuestas instintivas son productos de la mente reptil, que ante todo contratiempo nos instruye a pelear o huir. Y que en el 99% de los casos sabotea nuestro crecimiento, éxito y felicidad.

¿Qué hacer?

El primer paso hacia el crecimiento es analizar tu estilo de respuesta ante el rechazo, e independientemente de cuál sea, darte cuenta que es una reacción al miedo.

Entonces, para contrarrestar el miedo, hay que tranquilizar la mente reptil y cambiar el enfoque de hostilidad a empatía.

Empieza por aplicar la empatía hacia ti. Tú ya te sometiste al arduo trabajo de procurar la venta, e independientemente del resultado, ya pasó y te mereces todo el cariño del mundo por haberte enfrentado el reto y tratar.

Una técnica poderosa para tranquilizar a la mente reptil es la visualización que apela a la parte de creación del cerebro.

Imagínate que tú eres el guardián y mentor de un pequeño niño de cinco años que vive en tu interior. Y que tu primer trabajo es quererlo incondicionalmente y alentarlo para fortalecer su autoestima. Hay que motivarlo y ayudarlo a desarrollar la fuerza, seguridad y optimismo para seguir adelante.

Ahora sí, ya en un estado más empático, hay que ponernos nuestra cachucha de explorador y con real y profunda curiosidad preguntarnos, sin culpa, qué pasó y cómo respondimos al rechazo.

Para que esto funcione tenemos que conectar con nuestro ser más elevado.

Busca un lugar tranquilo y disponte a convocar a tu anciano sabio, que al igual que tu niño de cinco años, también vive en tu interior.

Respira en forma lenta, profunda y pausada, y con gran atención durante unos diez minutos, enfócate en el flujo de aire que entra y sale de tu nariz. Y ya más tranquilo, pregúntale a tu ser mas elevado, ¿qué paso?

¿Me preparé adecuadamente? ¿Realmente, identifique sus necesidades? ¿Mi temor o inseguridad se transmitió en alguna momento de la interacción y yo mismo saboteé la venta? ¿O a la mejor mi producto o servicio no es lo que más le convenía al cliente?

Ahora, escucha, realmente escucha la voz de la sabiduría que tienes en tu interior. Confía en tu intuición. Normalmente, te responderá con claridad. Acéptala. Aprende. Sonríe y sigue adelante.

Y si todavía tienes dudas, pídele al cliente que te obsequie unos 15 minutos, para hacerle un par de preguntas que te ayudarán a crecer. Rara vez te los negará.

Después de este ejercicio estarás preparado a innovar y accionar nuevas y mejores estrategias. Al igual que tendrás un mayor conocimiento y control sobre como te saboteas, debilitas y minas tu éxito y felicidad.

En resumen

Ante el fracaso, contrarresta el poderoso instinto de pelear o huir y darte tregua.

Empieza por demostrarte empatía y apoyo por haberte enfrentado al reto de vender. Recuerda que todo, absolutamente todo, se puede y debe transformar en una oportunidad para crecer.

Indaga con profunda curiosidad y sin culpa qué puedes aprender de esta experiencia y vuélvete cada día más sabio, resiliente y feliz.