Muchos nos sentimos encerrados, prisioneros de una realidad que nos disgusta.

Queremos salir, huir y olvidar. Y sin embargo, el salir, huir, y olvidar, nos puede costar la vida.

Entonces, ¿Qué hacer? ¡Hay que encontrar la libertad en el encierro!

¿Libertad en el encierro? Pero ¿cómo es posible? ¿no está la libertad en poder salir e ir donde queramos?

Pues sí y no.

Antes del encierro, ¿cuántas personas conocías, que aunque podían salir e ir donde quisieran, no eran presas de sus emociones, de sus miedos y sus rencores?

¡Muchas, verdad! Muchísimas diría yo. Y precisamente esta atadura a una serie de creencias es lo que les hace perder la razón y enloquecer.

Se nos había dicho que correr más lejos y más rápido era el sentido de la vida, y sin embargo, había una epidemia de malestar a nuestro alrededor.

Parecía que por más que acumulábamos, por más lejos que corríamos, no llegábamos a callar la vocecita en nuestro interior, que nos rogaba parar, observar, y regresar a la cordura de la equidad.

Estamos aquí para servir, no para servirnos. Está en dar que encontramos el sentido profundo de la vida y la razón de ser de nuestra existencia sobre la tierra.

¿Y qué tiene que ver todo esto con encontrar la libertad en el encierro? ¡Todo!

En el encierro tenemos tiempo para nosotros. Tiempo para reencontrarse con lo que es realmente importante. Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.

Entonces, dejemos que brille el sol de la coherencia. Dediquemos este tiempo de encierro para liberarnos del calabozo de la ignorancia de nuestro ser.

Dentro de cada uno de nosotros hay un ser puro, creativo y feliz. Una niña o un niño curioso, resiliente y profundamente agradecido.

Un ser que te ama y que te está pidiendo con insistencia que lo dejes salir del calabozo del ego, de la soberbia y de la locura.

¿Y entonces, como dejarlo salir, como liberarlo de las garras del abismo?

Pues, precisamente es para eso que nos sirve el encierro. Para liberar a la mejor versión de nosotros mismos del abismo de la mentira.

La libertad no está en el poder circular libremente por la calle, sino en ser dueño de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.

Cuando somos dueños de nosotros mismos, somos libres.

Decía Frederic Nietzsche que “el que tiene un por qué para vivir puede aguantar cualquier como”. ¡Y es aquí que existe la libertad en el encierro!

Nelson Mandela pasó 27 años en la cárcel y en ese tiempo construyó la estrategia que liberó a Sudáfrica del racismo.

Víctor Frankel, encerrado en los campos de concentración nazi, escribió el libro “El hombre en busca de sentido”, que transformó, después de la liberación, la vida de millones de personas.

Entonces, ¡no me digas que estás desesperado en el encierro! Asume tu grandeza y deja de lloriquear.

Dedica este regalo de tiempo a construir, a toda velocidad, el futuro en el cual te va a dar gusto vivir.

Todo, todo, todo depende de que tú definas el propósito trascendente de tu vida. El porqué estás aquí y como tú puedes hacer una diferencia positiva en el mundo.

Este es el secreto. Esta es la fórmula para encontrar libertad en el encierro.

Entonces, hoy, aquí y ahora, es el momento para empezar.

¿Por dónde empezar?

Un buen lugar es con el cuerpo. El que yo le llamo, el gran maestro de la vida.

Decía Leonardo da Vinci que los sentidos son los vicarios del alma, y tenía toda la razón. A través de los sentidos el cuerpo nos conecta con la vida regalándonos una palestra de deleite interminable, que nos revela una inteligencia superior.

Pero, esto es solo el principio. A través del ejercicio, el cuerpo florece. Nos enseña el sentido del esfuerzo y nos guía a través de un rito sublime, a bailar y a conectar con la alegría del amor universal.

De pronto, si estamos atentos, nos volvemos conscientes del latir del corazón al unísono del universo. Somos uno con las plantas, las nubes y las estrellas. Con el agua, el fuego y el viento. Con los microorganismos, los animales, y los otros seres humanos.

Y surge desde lo más profundo de nuestro ser el instinto tribal. Golpeamos los pies hacia la tierra, alzamos los brazos hacia el cielo y liberamos la voz en un canto de alegría. ¡Hoy, aquí y ahora, estoy bien, no necesito ir a ningún lado!

Todo está aquí. Simplemente necesito darme cuenta del regalo y ponerme a trabajar para merecerlo.

Y luego está la mente. La sagrada mente que crea al simplemente pensar. Sí, vivimos en un universo inteligente que probé lo que le pidamos.

Pide desgracia y te la dará. Pide abundancia y también te la proveerá. Depende de ti. Piensa bien, pide con sabiduría.

Entonces, en el encierro pide libertad. Libertad para crear. Libertad para soñar y libertad para construir la vida futura que deseas vivir.

Hoy, hemos recibido el regalo más grande que nos puede habernos obsequiado. ¡Tiempo! Tiempo de calidad para reflexionar sobre lo que es realmente importante en la vida y tiempo para hacer cosas que realmente valen la pena.

Simplemente piensa en este último mes de encierro, sin ir de compras, sin la locura del consumismo, ¿mi vida ha sido peor?

Realmente, requiero esta vorágine de consumir más y más, o ¿esta pausa me está permitido apreciar lo que tengo y depurar de mi vida lo que no me sirve? ¡Depurar! Como decía el arquitecto Mies van der Rohe, “menos es más”.

Este es tu momento de agarrar la vida con las dos manos y prepararte para un futuro mejor.

Define tu propósito profundo transformador, aquel que le dará sentido a tu vida y concéntrate en este espacio de encierro, para crear en él la solución que te brindará la libertad que tú requerirás para salir fortalecido de esta cuarentena.

Llénate de conocimiento, relaciones y nuevas capacidades para hacer una diferencia en el mundo, y al salir, a ganar dinero haciendo lo que amas.

Finalmente, está el espíritu: Dios, madre tierra, karma, o como te guste llamarla.

¿Quieres encontrar la libertad en el encierro? Arrójate en los brazos de Dios y da gracias. Porque en la gratitud se encuentra la auténtica libertad.

Fortalece tu vida espiritual. Dedicarle tiempo de calidad a escribir, leer y meditar y a desarrollar el músculo vital de la atención plena, que llenará tu corazón de alegría y tu mente de felicidad.

¿Quieres encontrar la libertad en el encierro?

Reconéctate nuevamente contigo mismo y darte cuenta que hoy, aquí y ahora estás en el lugar en el cual debes estar y que el secreto de la felicidad es aprovechar el momento presente, con lo que tienes a la mano, y ser profundamente agradecido del privilegio de estar aquí.

Con eso concluyo mi reflexión y como siempre te recuerdo que tú eres grande y que la vida exige tu grandeza. Adelante.