Lo que estoy leyendo

Acabo de leer “Overcoming imposter syndrome”, escrito por la psicóloga Kelly Vincent. Es un pequeño libro, enfocado en apoyar a las mujeres exitosas que a veces sienten que no merecen el éxito alcanzado y que, en el fondo, son un fraude. Sin duda, un síndrome doloroso y debilitante que es importante entender y saber manejar, y que, en mi experiencia, se manifiesta tanto en hombres como en mujeres.

Un par de perlas de sabiduría de este libro:
– “Los sentimientos no son hechos. Son impulsos subjetivos relacionados al momento.”
– “Cuando te asalte un pensamiento debilitador, simplemente dile ‘alto’ y mándalo a volar.”

Coleccionando a gente hermosa

Esta semana di una charla dinámica a un grupo de hombres y mujeres que conforman un Consejo de Vistage. Una de las dinámicas que realicé fue que cada uno de los integrantes de la mesa compartiera un momento de su vida que ayudó a definir su personalidad.

Una compañera comentó que cuando ella tenía ocho años, escuchó a sus padres peleando sobre ella. Su papá, que la quería, dijo en un momento de frustración que no la quería. Y ella decidió en ese momento salir al balcón para tirarse al vacío y morir.

Ya encaminada al balcón para suicidarse, le sobrevino un momento de lucidez y reflexionó; “mi papá sí me quiere. Siempre me lo ha demostrado.” Logró cambiar su pensamiento, entrar en razón y salvar su vida. ¡Qué maravillosa historia! Una muestra fehaciente del poder de la sabiduría arraigada en el amor. Gracias, Rosamaría, por compartir.

Mi lucha diaria

Sigo con mi terapia de PTSD, y cada semana se vuelve más intensa, profunda e interesante. Darme permiso de ir a los lugares más ocultos, a las memorias más dolorosas, a los temores más paralizantes y a las rabias más vehementes, y abordarlo con singular alegría, me hace darme cuenta de que es un acto valiente, profundo y liberador.

En todos los casos, es el miedo el que domina. Pero cuando me doy cuenta de que del otro lado del miedo no hay nada, experimento una catarsis liberadora. Y me viene a la mente el dicho de Einstein: “Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia en el que se creó.”

La terapia permite entrar de lleno a un acontecimiento traumático y a las emociones que provocó. Como dice la terapeuta, “deja que pase lo que pase.” Y al quitar el freno, aplicando la metodología EMDR, la emoción se desboca llevándome a llorar y a gritar a todo pulmón. ¡Qué liberador, jajajajajaja!

Entonces, si del otro lado del miedo no hay nada y si ningún problema puede ser resuelto desde el mismo nivel de conciencia en el que se creó, ¿qué queda? ¡Queda el amor! La fuerza unificadora. El regalo de la vida y el placer de vivir.

Sé que esta terapia no es para todos. Pero al adentrarme en ello, también me di cuenta del temor, muchas veces enmascarado de soberbia y desprecio, que la mayoría de nosotros le tenemos. Y me percaté de la inmensa oportunidad de la que muchos de nosotros, que la necesitamos, nos estamos privando. Este viaje a la cueva en la cual radican nuestros demonios es una parte central del camino del héroe que busca liberarse de ataduras y ser todo lo que puede y debe ser.

Bueno, con eso concluye mi relato de la semana, recordándote que tú eres grande y que la vida exige tu grandeza.

Te mando un afectuoso saludo.